19 June 2012

Story: Tio Ricardo (español)




Esta historia escribí en ingles por mi "tío" y ya lo traduci a español.  Gracias a todos mis amigos que me ayudaron!!!!  Y por favor, disculpa los errores.


Tio Ricardo
por Breanna Carter

Mis papás decidieron mandarme a Colombia en mi último año de colegio. Me dijeron que yo necesitaba conocer otras culturas... que no agradecía las cosas simples en la vida... que yo necesitaba conocer el mundo sin mi celular, ni computadora las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Yo estaba muy enojada, ¡no era justo que me mandasen fuera el último año de colegio! Supuestamente el último año es el último tiempo para pasar con mis amigos antes de separarnos para ir a la universidad!

Pero a mis papás no les importaba mi vida social, ellos querían entrometerse en mi vida social, por todos los problemas en los que me meto... como, por ejemplo, me había agarrado la policía dos veces, entonces sí, en parte esa fue la razón por la que me mandaron a Colombia.

No importa que no supiera español, no importa que nunca haya conocido a mi tío con quien iba a vivir, no importa que mis amigos ni pudieran llamarme y menos verme.

A mis padres no les importó nada de eso, nada más querían mandarme a otro país a estudiar, porque supuestamente eso me ayudaría con las aplicaciones de la universidad. Pero me da igual, a mí no me importa la universidad, nada más divertirme, pero lo que yo quería no importaba y antes de darme cuenta, ya estaba en el avión para Bogotá. No tenia ni idea de que me esperaba, ni idea como sería Colombia, ni idea de como sería mi familia allá. Lo único que sabia es que en Colombia el café es buenísimo... y hay muchas drogas.

*****

“Liliana!! Levántate!” me dijo mi novio en una voz baja. “Nos quedamos dormidos, tienes que regresar a tu casa.” Me dio un codazo y finalmente abrí los ojos. Había estado soñando sobre el viaje otra vez. Parece que cada vez que me drogo con marihuana, pienso en ello. Una parte de mí quería regresar a los Estados Unidos, pero la otro parte disfrutaba cada minuto en este país tan hermoso. Carlos me miró con sus ojos oscuros. “Buenos días, princesa,” me dijo, dándome un beso en la frente. Fumó un poco de su porro, y después me lo pasó.

Sonreí y fumé también. “¿Que hora es?”

“Son las 5 de la mañana.”

“Mierda! tengo clases en 2 horas y aún no he hecho la tarea.” Me levanté y bostecé, fumando un poco mas antes de regresarle el cigarrillo.

“¿La puedes hacer antes de la clase, verdad?”

“No, pero no importa, lo haré luego. Creo que voy a faltar las clases como sea, ¿puedo venir aquí otra vez?”

“Claro,” me dijo, terminando la marihuana y la apagó.

Me puse la capucha de mi chaqueta y lo seguí hasta su coche. Desde que lo conocí después de venir a Colombia, habíamos sido como novios. Él es el hermano de mi mejor amiga en Colombia, y siempre hace fiestas. Mis tíos me habían avisado muchas veces que debía mantenerme muy lejos de él, pero no les hice caso. Si yo tenía que estar muy lejos de mis amigos de los Estados Unidos, iba a hacer lo que yo quisiera en Colombia, y si yo quería fumar, iba a fumar.

“Necesitas hacer tu tarea, niña,” me dijo, cambiando la emisora de la radio. “Tus notas van a ser bajas y tu tío va a sospechar algo.”

Tío Ricardo nada más tenía dos reglas: no drogas en su casa, y hacer las cosas bien en clase. No le importaba que estuviera de fiesta toda la noche, mientras los profesores no le escribieran o llamasen de las clases. No le importaba si fumaba con Carlos, nada más que no la podía llevar a casa. De verdad, yo estaba casi rompiendo las dos reglas, y estaba muy segura de que si eso pasaba, ya habría más reglas. No quería romperlas, pero no pude evitarlo. Yo prefería drogarme con Carlos escuchando heavy metal toda la noche, apapachandonos y haciendo cositas sucias; eso era mucho mejor que estudiar.

“Ya se que tengo que estudiar, pero me aburren las clases.”

“Si, normalmente es así.”

Bostecé y cerré los ojos escuchando la lluvia y la música mientras pensaba en lo mucho que me gusta Colombia. Me había convertido en una rebelde experta y como yo estaba a muchísimos kilómetros de mis padres, era intocable... y muy trabada; mis padres estarían pasmados.

“¿Nos vemos en unas horas?” preguntó Carlos cuando llegamos a mi casa.

“Sip,” conteste besando su mejilla. Abrí la puerta y fui corriendo y salpicando los charcos hasta llegar a la puerta de mi casa. Cuidadosamente abrí y cerré la puerta, subí las escaleras lo más silenciosamente posible. Sabía que a mi tío y a mi tía no les importaba que haya llegado tarde, pero yo estaba un poco trabada y no quería que me hicieran ningún tipo de preguntas.

Después de haber hecho lo mas difícil para llegar a mi cuarto, me sentí aliviada. Cerré la puerta de mi habitación y me metí a la cama a tomar una pequeña siesta.

Mi Tia Ángela no era tan gentil como Carlos cuando me despertaba en las mañanas. Ella empezaba gritando en español e inglés a las 6 de la mañana hasta que todos estuviesen levantados y moviéndose. Luego ella hacía el desayuno, esperando que cada uno de nosotros nos presentáramos exactamente a las 6:30, vestidos y listos. Mi ducha no fue lo suficientemente efectiva para despertarme, y deje mi cabello para secarse solo y me acosté 15 minutos mas antes que mi primito golpeara mi puerta para ir a desayunar. Mi uniforme estaba arrugado, pero no me importo.

“Te ves hecha mierda,” la mayor de mis 2 primos, Lucia, me dijo cuando me senté a su lado.

“Estoy cansada,” y bostecé.

“Escuche cuando llegaste en la mañana,” dijo Tío Ricardo mientras comía su desayuno. “Estuviste afuera hasta muy tarde.”

“No te preocupes tío,” le dije. “Me quede dormida mientras estudiaba con Elia.”

Lucía se rió. Como tiene 13, ella sabía bien lo que yo estaba haciendo, porque es muy preguntona, pero también porque me cae bien y a veces tenemos charla de mujeres. Siempre pregunta mucho, no solo sobre muchachos, sino también sobre como es estados unidos.

Tío Ricardo se echó una mirada a Lucia. "Bueno, ya veremos como sales en tu examen."

"Siempre lo hago bien, recuerda que de cuando inteligencia se trata, llevo los genes de tu familia," le dije, sonriendo.

Él también sonrió y siguió comiendo, pero Tía Ángela no estaba sonriendo. "Tienes que dejar de salir con ese chico."

Alberto, el más joven, empezó a cantar, "Lily tiene novio! Lily tiene novio! "

"Cállate! No es mi novio! Sólo es un amigo y no estaba con él anoche, estaba con su hermana. "

Ella me miró dubitativa, sentado al lado de Lucía. "Te vi con él esta mañana."

"Lily tiene un novio!" -- Alberto otra vez.

"Porque estaba con su hermana y él me llevo a casa, ya deja de fastidiar con esa vaina," murmuré, tomando un sorbo de mi jugo.

"Liliana no le hables así a tu tía, disculpate ahora mismo," Tío Ricardo regañó.

"Discúlpame, Tía," dije. "Ya me tengo que ir, tengo que encontrarme con Elia antes de clase para hablar de una tarea." Me comí el ultimo bocado de mis huevos y puse el plato en el lavaplatos. "Nos vemos en la tarde." Tomé mi mochila y me la eché al hombro, me despedí y corrí hacia fuera dándole gracias a Dios de haber terminado con esa molesta conversación.

Tomé el bus hasta la casa de Carlos, y cuando entré, él estaba despierto y sin camisa, fumando un cigarrillo y bebiendo jugo de naranja. "Elia acaba de salir" me dijo.

"Estoy muerta de cansancio."

Abrió sus brazos como haciendo la seña de un gran abrazo. "Vamos a dormir un poco," dijo.

"Sí, por fis."

Subimos la escalera hacia su cuarto, nos acurrucamos en la cama quedándonos dormidos, y tuve un sueño increíble. Me sentí muy segura a su lado, me podría haber quedado en sus brazos para siempre.

Cuando nos despertamos era casi la hora de volver a casa, recogí mi cabello y estire mi ropa para que no estuviese tan arrugada, y después Carlos me llevó a almorzar. Me dejó a un par de cuadras de mi casa con un porro en el bolsillo y me dijo que no podría verme por la noche, pero me iba a ver mañana y me dio un beso en la frente. Yo solo pensaba en como no quería esperar para prender el cigarro de mota, pero sabía que primero tenía que hacer mi tarea.

Le dije hola de pasada a Tía Ángela y subí corriendo las escaleras a mi cuarto, me cambié de ropa y me tiré sobre la cama. Saqueé la tarea que aún no había hecho -- matemáticas la materia que menos me gusta. Afortunadamente, estaba tomando un curso de matemáticas de nivel muy bajo, así que yo ya conocía a la mayoría del material. De esta manera el idioma no me dio mucho problema, yo confiaba más en mi memoria que en mi maestro.

Después de aproximadamente una hora y media de empezar la tarea decidí tomar un descanso, prendí la TV y abrí la ventana, sacando el porro y encendiendo un cigarrillo. Fumaba cerca de la ventana para que mi cuarto no tuviese olor a marihuana. Yo estaba casi trabada, cuando oí un golpe en la puerta.

Mierda. ¿El olor se había esparcido por toda la casa? ¿Me habían pillado?

"¡Un momento!" dije en voz alta mientras trate de que salga el humo por la ventana, apague el porro y lo metí debajo de mi colchón, con la bolsa de hierba que había escondido.

"Lily? Soy yo" dijo Tío Ricardo.

Corrí a la puerta y la abrí, tratando de comportarme lo más normal le sonreí. "Hola!"

Él me dio un beso en la mejilla. "Hola sobrina ¿Cómo te fue en el colegio?"

"Muy bien ... ¿Qué tal te fue en tu trabajo Tío?" le pregunté.

"Bien también gracias," dijo mientras entraba en mi cuarto. "¿Y hoy que hiciste en clases? ¿Aprendiste algo nuevo? "

Esto estaba un poco raro. "No, realmente no ... sólo cosas de matemáticas y no sé... No me acuerdo... las clases estuvieron muy aburridas y los profesores también..." Me alejé de él y me senté en la cama.

"Ah, sí?"

"Sí".

"Por cierto hablando de profesores, ¿Adivina a quién me encontré de camino a casa?"

Parpadeé y sentí mariposas en el estomago. "Em, un profesor?"

Asintió con la cabeza. "Uno de tus maestros, de hecho el Sr. Zuniga." Hizo una pausa, dejando que recorriera mi cuerpo ese sentimiento incomodo. Me hizo estremecer.

"Oooh que bien, de seguro la pasaron muy bien, Tío, olvidé que tengo tarea que hacer, mejor la hago de una vez, y hablamos luego" le dije con prisa, poniéndome de pie y prácticamente empujándolo fuera de mi cuarto.

"Mmm espera un momento" dijo, poniendo sus manos sobre mis hombros. "¿No tienes algo que decirme respecto al colegio?"

"No... sólo que tengo un montón de ... "

"Porque el Señor Zuniga y yo tuvimos una conversación muy interesante sobre ti."

Lo miré un segundo tratando de pensar en una excusa.

"¿Realmente no tienes nada que contarme?"

"No... no lo creo... "

"Mmm de acuerdo señorita sabes perfectamente que no has ido a la escuela en toda la semana" dicho eso cerro la puerta. "Así que trata de nuevo: ¿por qué no has asistido las clases?"

Parpadeé y sentí las mariposas en el estomago otra vez... Mierda. ¿Qué iba a decirle? "Pues, esteee... si fui ... solo que me sentí enferma ... y ... sí ... "

"¿Como puede ser eso si todas las mañanas sales por esa puerta para ir a la escuela?"

"Quiero decir que... en el camino me empecé a sentir mal por lo que tuve que ir a la casa de una amiga" dije tartamudeando.

"Aja ¿en serio? y dime ¿a cuál de tus amigas te refieres?"

"Bueno, el hermano de mi amiga, pero es lo mismo"

"Ya veo" dijo en voz baja, su mirada me hacía sentir más incómoda que nunca, "y dime si estás tan enferma que haces aquí acostada viendo tele y con ropa para salir?"

"Es que ya me siento mejor y realmente tengo que hacer tarea..."

"No jovencita" dijo con firmeza "lo que necesitas es que hablemos seriamente sobre la responsabilidad y sobre la sinceridad."

"Pero ..."

"Nada de peros!" Dijo, caminando a mi escritorio y tomando la silla. "Ven acá ahora." La colocó en el centro de la habitación y se sentó.

"Pero ¿por queeeee? si no hice nada malo!" repliqué.

"Fuiste irresponsable y me mentiste .... pero créeme, me dirás la verdad aunque tenga que sacártela a punta de juetazos" dijo en un tono de advertencia.

"Q-¿qué? No por favor! Lo siento ... "

"No te lo repetiré más, ven aquí ahora mismo, mira que si me haces ir para allá te juro que será peor."

"Es que... me sentí mal... te lo juro.. por fis Tío... no hagas esto.." le rogué, comiendo mis uñas y avanzaba lentamente hacia él.

"¡Rápido!" Dijo en un tono fuerte.

Me puse rápidamente frente a el aún comiéndome las uñas.

"Sabes, realmente te di demasiadas oportunidades de que me dijeras la verdad, por las buenas imagino que crees que soy muy estúpido para creerme esas mentiras. Pero no me las creo así que ya verás, te sacaré la verdad como sea. Bájate los pantalones" me ordenó.

"Q-¿qué?" Balbuceé, sin creer lo que oía.

"Bájalos ya!"

"Pero ... yo..." Me dio una mirada para que me callara; me puse colorada mientras me desabrochaba y abría el cierre de mis pantalones; mi garganta estaba seca y mi corazón se acelero. No creía lo que estaba a punto de suceder; respire profundamente y baje mis pantalones hasta la mitad de los muslos, y luego sentí que de un tirón ya estaba sobre sus rodillas. "Espera, tío!" Grite.

"Vamos a ver si todavía tienes ganas de mentir"

"¡Pero estoy diciendo la verdad!" se lo prometí sintiendo la primera palmada sobre mis bragas. "Owwww! Tíoooo! ¡Eso duele!" Gritaba yo, mientras trataba de cubrirme con mis manos, me agarró la muñeca y continuo azotándome, Yo no podía dejar de retorcerme - duele mucho más de me lo que había imaginado alguna vez! "Por favor! Te lo juro, te estoy diciendo la verdad!" Grité, tratando de evitar los azotes.

Me ignoró, continuando con la paliza. "El Señor Zúniga también me dijo que has entregado las tareas tarde " dijo Tío Ricardo.

"Oooowwwww", grite pataleando. "Eso - ¡ay! - ¡Duele! "

"¡Estoy esperando una explicación de porque no has ido a clases ni has cumplido con tus tareas," dijo con fuerza, pegándome aún mas duro.

"Te lo dijeeeeeee, estaba enferma y aún no he podido hacer la tarea."

Dio un suspiró, y me dio unos azotes en la parte desnuda de mis nalgas, con lo que yo no paraba de gritar.

"Por favorrrrrrr, Tío Ricardo! Por favor, detente!" supliqué.

"No, hasta que se sepa la verdad de ti."

Me quejé y pataleé hasta que mis pantalones estaban en mis tobillos y Tío Ricardo me dio unas palmadas en los muslos para que deje de retorcerme; pero yo seguía jurando que no hice nada.

"Mmm" dijo mientras me levantaba de sus rodillas, dejé escapar un suspiro de alivio - hasta que él dijo, "Bájate las bragas." Yo le di una mirada, como si yo no hubiera entendido lo que dijo. "Ahora" dijo mirándome profundamente con sus ojos marrones.

Me froté las nalgas que ya picaban muchooo…… "Pero Tío ... Ya te he dicho ... Estuve enferma!" Yo estaba decidida a no recibir una nalgada más ... especialmente con las nalgas al desnudo! ¡Qué vergüenza!

"Liliana" dijo con firmeza, "abajo las bragas te dije" las lágrimas caían de mis ojos!, pero no lo hice, entonces fui sorprendida con una nalgada muy fuerte, en cuestión de segundos, el tío Ricardo de un tirón había bajado mis bragas, y mi rostro se sonrojó, "Ponte sobre mis rodillas," me ordeno entonces le hice caso.

"Tío ... por favor ..." le pedí suplicando.

Comenzó la paliza nuevamente, esta vez los azotes fueron mas duros, me retorcía tanto que me dio una lluvia de golpes rápidos sobre mis nalgas desnudas. "¿estás lista para decirme la verdad?" me preguntó.

"Siiiiiii!" y seguí sollozando y llorando.

"Mmm" dijo, continuando con la paliza; pataleaba, lloraba; más aún cuando me di cuenta que no iba a parar hasta que dijera la verdad como él lo había dicho, él no iba a creer mi patética mentira.

"¡Ok!" Grite. "No fui a claseeeeee!" exclamé.

"¿Y por qué no fuiste?" quería saber mientras me nalgueaba.

"Porque ... owwww ... No había terminado mi ... ayyyy! ... tarea aún! "

Continuo dándome de nalgadas hasta que se detuvo por un momento, "Tú sabes que yo no soy muy estricto contigo, te dejo libre para que hagas tus cosas, pero tratándose de tu escuela y estudios no toleraré ninguna indisciplina señorita, ¿entendiste?" me preguntó, dándome unas nalgadas aún más duras.

"¡Sí, señor!"

"Y no me gustó para nada que me mintieras" dijo en un tono muy serio, mientras seguía dándome de nalgadas, ya sentía fuego en mis nalgas y picaban demasiado.

"Lo sientoooooo! No lo haré nunca mássssss!" Le prometí.

Dejó de darme nalgadas y me levantó; me sequé las lágrimas de mis ojos, aún llorando un poco. "Podríamos haber evitado toda esta situación si hubieras dicho la verdad desde el principio" dijo, poniéndose de pie y mirándome a los ojos.

Me froté el culo y asintió con la cabeza. "Lo siento" dije, sollozando. "No voy a mentir nunca más, te lo prometo."

"Es mejor que no. Ahora ve al rincón y piensa en tu mal comportamiento – y mañana pedirás disculpas a tus maestros por faltar a sus clases."

"Sí, señor," dije débilmente, derrotada. Me agaché para recoger los pantalones y jalar mis bragas hacia arriba, pero el tío Ricardo me detuvo.

"Puedes subirte las bragas después de que estés en el rincón por un momento."

Me quejé un poco, pero no hice berrinches, terminé por ir al rincón como me dijo, la cabeza apoyada contra la pared y tratando de calmar mis lagrimas. Me sentí tan avergonzada y ridiculizada, era como si de tener 17 anos me hubiese convertido en una niña de 7 en cuestión de segundos, y lo peor fue que todos en la casa habían oído la paliza. Ugh... terrible.

Pero no es tan terrible como lo que pasó después, no estoy segura de los detalles exactos, pero parecía que Tío Ricardo se sentó en mi cama, se puso de pie, luego comenzó a ver algo, y luego de repente, le oí gritar "Liliana María Espinoza!"


Me estremecí.

"¡Ven aquí, ahora mismo!"

Yo voltee mirándolo con la bolsa de hierba en las manos, mirándome más enojado que nunca, "Espera ... p-puedo explicarlo ..." dije rápidamente. "Mi amiga me pidió el favor que se lo guarde y así lo hice ... pero es para ella ... No he fumado nada!"

Con los dientes apretados dijo, "¡ven aquí, AHORA!"

Empecé a llorar de nuevo y se acercó más hacia mi, "Lo siento," le supliqué, "Por favor, no quiero otra paliza!"

"Estoy a punto de darte una buena razón para llorar" me dijo, tomando su cinturón. "Ahora ven aquí, y no me hagas repetirlo otra vez."

"¡Noooo por favorrrrrrr", exclamé.

"Ultima oportunidad niña, ven aquí porque créeme que si voy yo te irá mil veces peor."

Llorando me acerque hacia él, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos, puso mis almohadas a un lado de la cama y me ordeno recostarme sobre ellas quedando mis nalgas arriba y mis piernas colgando, "Por favor," intente de nuevo. "¡¡¡No lo volveré a hacer!!!"

"Realmente no tienes idea de lo decepcionado que estoy de ti, señorita. ¡Nunca pensé que usaras drogas! y menos que las traería a esta casa sabiendo que están Lucía y Alberto aquí! Esto es una falta de respeto." Sus palabras me traspasaron, y yo lloraba más con mi cara escondida en las cobijas. "Después de que te ofrecimos nuestra casa y lo mejor de nosotros ¿¿¿así es cómo no nos correspondes??? Ya sabia que algo olía extraño cuando entre a la casa, y ahora veo lo que era; estabas fumando drogas sin ningún respeto por la casa y ninguno de los que vivimos acá."

"Lo sientooooooo."

"No quiero escucharlo. Estas apunto de sentir lo que realmente siento en este momento y me encargaré de que no vuelvas a fumar esa mierda, y te aseguro que lo recordaras cada vez que te sientes." Aterrizó el primer correazo en mi trasero ya dolorido, haciéndome gritar y retorcerme del dolor, así continuaron los azotes por un tiempo que se me hizo interminable, e intente cubrirme con la mano. "Todos los días después de clases te quiero acá recibiendo tu castigo, me asegurare que no lo olvides y no vuelvas a fumar esta mierda; ¿me has entendido señorita??? Y quita la mano!" Rápidamente la moví, llorando en desesperación. ¿Qué podía decir? Supongo que sí me merecí la paliza porque él me había dicho que no trajese drogas en su casa, e igualmente lo hice. Debería haber sabido que sucedería algo como esto.

Me dio unos azotes más con el cinturón y yo ya no oponía resistencia, estaba totalmente entregada al castigo y no paraba de llorar esperando solo que esto termine, estaba muy mortificada! Si mis primos no supieron de mi otra paliza, seguramente sabrían acerca de esta! Y el hecho de que recibiría una paliza diariamente durante una semana me mortificaba aún más...

"No sé cómo te han estado educando tus padres, pero en esta casa tendrás que cumplir las reglas, ¿está claro Liliana María?"

"¡Sí señorrrrrrr! ¡Prometo que seguiré las reglassssss!" le dije llorando.

"Que no te quede dudas que si tengo que usar el cinturón lo volveré hacer."

Lloraba a mares en mi cama, ni me di cuenta de cuando acabó el castigo, mis sabanas debieron estar mojadas de tanto llorar, me puso de pie y tomándome de la barbilla me dijo: "Mírame."

Sollozando seque mis lagrimas y aún gimoteando trate de calmar mis sollozos, entonces miré hacia él, al ver esa mirada de decepción, me dieron ganas de llorar de nuevo. "No quiero que vuelvas a tocar esa mierda" me dijo, señalando a la bolsa de hierba, "de hecho, quiero que te pares en el rincón, piensa en lo que te espera esta semana y en que no volverás a fumar más, luego volverás, te vestirás y tirarás esta mierda por el inodoro."

"Sí, señor" le dije y fui al rincón como me dijo, aún llorando un poco. Me quedé ahí, recuperando la compostura y, finalmente, mi respiración volvía a la normalidad, limpie mi cara y pensé realmente sobre lo que Tío Ricardo me había dicho -- el hecho de que yo iba a ser castigada así todos los días durante una semana. El pensamiento me dio mucho miedo, y me hizo honestamente no tener ganas de fumar nunca jamás.

Por último, me llamó; me quite las bragas y decidí ponerme los pantalones del pijama - ¡como ya no iba a ir a ninguna parte después de haber sido castigada de esa manera! Entonces me entregó la bolsa y me llevó al baño. Me deshice de los contenidos de la bolsa en el inodoro. Me sentí mierda ... para todo. Una parte de mí se sentía mal por fumar y hacer sentir a mi tío tan molesto. Otra parte de mí realmente no quería para nada eliminar la hierba. E incluso una parte de mí se preguntaba si realmente iba a dejar de fumar para siempre. Pero a medida que empuja hacia abajo el mango y vi la espiral oscura de materia verde por el desagüe, pensé que debería, por lo menos, trataría de comportarme bien y él sí tenia razón... mis tíos habían hecho mucho por mí y fue muy irrespetuoso introducir drogas en la casa.

Ah, y el hecho de que accidentalmente golpee la puerta con mi trasero cuando salí... eso probablemente tuvo algo que ver con mi decisión de no fumar nunca más.

Al terminar Tío Ricardo me dio un gran abrazo. "Ahora, termina las tareas", dijo dándome una nalgada mientras me mandaba a mi habitación.

"Sí, señor" le dije, mientras limpiaba la ultima lagrima de mi mejilla, lo bueno es que pude hacer mi tarea estando acostada boca abajo aliviando el ardor de mis nalgas.